viernes, 18 de febrero de 2011

Esperar

Los días previos a la salida de una novela son extraños. De algún modo, te pasas el día hablando de algo que no existe más que para ti y para unos pocos compañeros de viaje. Por lo general, has pasado tanto tiempo entre revisiones, correcciones y manías de última hora que ya te cuesta mucho trabajo hallar en tu historia aquello que te llevó a escribirla, la emoción que te arrancó de la vida normal y te volvió una rata de archivo, una usuaria a tiempo completo de cierta biblioteca, una mujer que día, tarde y noche no sabía más que hablar de los años que estaban corriendo por su cabeza, llenos de personajes extravagantes. De esa euforia, digo, no queda nada en estos días de espera. Me cuesta saber qué dicen las páginas de mi novela, estoy en un estado de letargo, de hipnosis, de ensimismada espera. 

Dicen que en unos pocos días veré el primer ejemplar. Lo estoy deseando. Acariciar la cubierta brillante y pensar: "Existe, al fin". Ver mi foto en la contracubierta y constatar que es cierto, que la autora soy yo, que no me lo he inventado, que todos esos lectores que ya la han leído no mienten cuando me cuentan que les ha gustado, que el libro está aquí y es palpable.
Se me está haciendo muy largo. Y eso que hace ni cuarenta y ocho horas le escribí a alguien en un correo electrónico: "No te preocupes. Soy una profesional de la espera".
Qué falsa.

1 comentario:

  1. Tiene que ser angustiante, tener ganas de tener el ejemplar entre las manos, de que llegue a los lectores y empiecen a opinar, ver tu sueño hecho realidad y ver que el reloj avanza pausado...yo no podría ni dormir, estaría todo el día con dolor de cabeza, y de estomago, por los nervios...jajaj

    Soy Rebeca de tu blog, no pude esperar a la noche para comenzar a leerte.

    Un abrazo.

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