Este blog nació el 25 de enero de 2011, cuando la novela en la que se centra daba vueltas por los talleres gráficos de Editorial Planeta. Nació impulsado por la ilusión de este libro nuevo, único como todos los demás, pero singularizado como ninguno. Un libro que, tenía yo la impresión, existía por milagro, porque manos amigas lo salvaron de la papelera de reciclaje en el momento justo. Me acompañó desde el primer día, desde que la novela se presentó a la prensa el 8 de marzo, y durante estos cuatro meses ha sido el mudo testigo de todo lo que ha ido ocurriendo: la gira, las críticas, las entrevistas, las ferias del libro, los encuentros digitales, Círculo de Lectores, el nacimiento del Club de Lectura de facebook (tan y tan y tan fantástico)...
Cuando publiqué mi primera novela, pensaba que ese gesto iba a cambiar en algo el mundo. Igual hasta tenía razón, pero yo no supe darme cuenta. Los efectos de la aparición de aquel primer y balbuceante libro no fueron todo lo evidentes que yo había deseado.
Ahora, pasado el tiempo, no espero nada de las novelas que publico, salvo haberme divertido escribiéndolas. Por eso todo lo que me dan llega por añadidura. Por eso estoy tan perpleja cuando ocurre algo bueno. Habitaciones cerradas ha sido -es- un regalo. El mayor de mi carrera hasta el momento.
Esta es la última entrada de este blog. Y estas palabras, mi despedida. No porque la ilusión ya no me alimente: lo hace más que nunca. Pero debo ir soltando lastre para concentrarme en lo próximo, en el siguiente proyecto. Tengo nueva novela entre manos y necesito invertir en ella toda mi energía. No tiene ningún sentido continuar merodeando por el pasado (que siempre habita el mundo virtual, por descontado). Aunque el pasado sea de grata memoria, como este. Por eso he decidido, coincidiendo con el final del Club de Lectura de Facebook, cerrar este sitio.
Pero antes de irme quiero daros las gracias. A vosotros, los que estáis ahí. Lo he dicho muchas veces desde que a finales de febrero comencé a recibir comentarios de Habitaciones cerradas. He agradecido muchas veces, y no me canso de hacerlo. Es un privilegio que un solo lector te conceda parte de su tiempo y crea que puedes ser capaz de llenarlo con algo que le interese. Es un privilegio que nunca hay que dejar de valorar. Es casi un milagro.
Por eso, lo digo de nuevo: gracias. A cuantos habéis leído la novela, opinado sobre ella, organizado encuentros o clubes de lectura, a mis editores, a los que siendo de otras latitudes se han entusiasmado también con la historia, a los traductores que la están volcando a los diez idiomas donde a día de hoy se ha vendido, a todo el equipo de comunicación de editorial Planeta, a los libreros que fueron los primeros porque ese es el lugar que les corresponde y, en fin, a todos los que hacéis eso que dejé escrito en la última frase del libro y que me sigue pareciendo portentoso: emocionaros con un puñado de palabras.
Gracias, de todo corazón.
Nos seguimos viendo en mi blog personal.
Y siempre, siempre, en los libros.
Hasta pronto, pues.